El agua ha pasado a considerarse un recurso caro y escaso,
esencial para el desarrollo socioeconómico, especialmente en las regiones
semiáridas. Los importantes consumos, muchas veces excesivos, por parte de los
cultivos de regadío hacen que, actualmente, sea necesaria la urgente reducción
del consumo, buscando la máxima eficiencia en el uso del agua y evitando su
despilfarro. Debe tenerse muy en cuenta que el exceso de consumo, aparte de
efectos ambientales indeseables indirectos que provoca -por ejemplo,
contaminación de las aguas- impide otros usos alternativos del recurso, entre
los que se incluye el mantenimiento de zonas naturales.
Así, en en España, país deficitario en este recurso y con frecuentes
periodos de sequías, la agricultura de regadío que utiliza cerca del 80% del
agua en España, está obligada a manejarla con la mayor eficiencia posible.
Los problemas tanto cuantitativos (escasez y
disponibilidad del recurso agua) como cualitativos (contaminación indirecta de
los sistemas fluviales y de los acuíferos) ligados al uso del agua en el
regadío, aconsejan fijar, dentro de la finalidad general de conservación y uso
eficiente del agua, los siguientes objetivos específicos:
-
Reducción
del consumo de agua
-
Administración
racional del agua de riego
-
Reducir
la contaminación de las aguas
-
Utilizar
fuentes alternativas de suministro
Por otra parte la Unión Europea ha expresado una gran
preocupación por los efectos medioambientales de la extracción del agua para
regadío, en especial en los países mediterráneos. Un uso superior al ritmo de
reposición y una disminución de la capa freática puede tener graves
consecuencias medioambientales: salinización al invadir el agua del mar los
acuíferos y pérdida de biodiversidad debido a cambios en el flujo de los cursos
de agua. La irrigación puede producir la contaminación del agua debido a una
mayor concentración de plaguicidas y nutrientes en las aguas de escorrentía.
Además se necesitan mayores recursos para extraer el agua de pozos más
profundos.
En lo que respecta a la calidad del agua, la agricultura
es una de las principales causas de la presencia de nitratos y fosfatos, lo que
puede generar eutrofización, con los consiguientes efectos nocivos para el
medio ambiente y de un aumento de los niveles de nitratos en las reservas de
agua potable, las aguas superficiales y las aguas subterráneas superiores a las
normas comunitarias.
El respeto de la Directiva sobre nitratos contribuiría
significativamente a solucionar algunos problemas estructurales, como la
excesiva concentración de la producción de porcino y de aves de corral en
algunas zonas de la Unión.
Existen algunos programas agroambientales para tratar de
reducir la filtración del nitrógeno en el medio acuático y para reducir la
extracción. No obstante, los pagos que se realizan con arreglo a estos
programas no contemplan las medidas obligatorias derivadas, por ejemplo, de la
aplicación de la Directiva sobre nitratos. Se trata de una consecuencia directa
del principio de "quien contamina, paga", con arreglo al cual los agricultores
han de respetar las normas medioambientales mínimas, como por ejemplo las
previstas en la legislación comunitaria del tipo de la Directiva sobre
nitratos, sin recibir una remuneración adicional.
Teresa Gómez
Docto Ingeniero Agrónomo
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